miércoles, 21 de diciembre de 2011

CARTA DE NAVIDAD

Esta carta la escribí en el 2003.
Alguien quiso incluirla en una Antología. Yo me negué.

Ahora se las regalo.
Está dedicada a los integrantes de mi FIESTA


CARTA DE NAVIDAD

         ¡Feliz Navidad!, le dije a una desconocida a través del teléfono, aquella noche del ’79 en Madrid. Hoy por lo menos saludaré a mi marido, que sí se quedará esperando a que den las doce para brindar. ¡Feliz Navidad, señora!, es que estoy sola y no tengo a quién saludar. Mientras, Gloria se disfrazaba de payaso para intentar arrancarme una sonrisa. Sus padres y su hermano ya dormían. Aquel `79 que se iba se llevaba mis 17 años. Pocos días después de estrenar los `80 ya estaría de regreso en Buenos Aires. Hoy todos están lejos y extraño hasta la comida, las bombitas de colores en las casas, los petardos y bombas con que siempre le reprochamos a Dios que nos haya abandonado, tan diferentes de los fuegos artificiales de la noche del 31, el vitel toné de mamá y las ensaladas insólitas de mis tías, los árboles con pesebres pequeñitos, los Papá Noel que hacen sonar las campanitas, el salir a brindar a la terraza y subirme al techo con tacos altos para ver, durante casi una hora, el festejo del pueblo. Me pregunto si festejarán. Es que siempre estuvimos mal, como un Lamento Borincano, pero siempre tiramos fuegos de artificio.
Acá hace frío. Málaga está muy iluminada y llena de flores de Pascua, rojas como la sangre, y Larios, ahora peatonal, desemboca en un árbol gigante, pero que jamás será como el del obelisco. Delante de Miguel no lloro, porque él dice que está cansado de que la gente llore en las Fiestas. Igual hago como con todo: no pienso. Ese es mi mecanismo de defensa, y así ni me acuerdo de que hay algunos que ya no están, ni acá ni allá. Entonces tengo la suerte de imaginarme en una fiesta donde están todos, bailando y haciendo las payasadas que siempre repetimos: la tía Elsa imitando a Michael Jackson u obligándonos a seguirla en alguna sevillana, el tío Mario cantando “Ella, ella ya me olvidó, yo, yo la recuerdo ahora…”, mamá imitando a Mirtha Legrand, Laila y Lorena siguiendo a Natalia en El Berebito, la tía Hebe bailando la danza del vientre, Hernán guiándonos en una clase de aeróbic, Fernando contando chistes subidos de tono, que el tío Coty festejará y acotará para hacerlos aún más verdes, Niky con la filmadora en la mano, el abuelo José vestido de mozo, la abuela Verónica sacando las bengalas de su delantal, mi Pepe que con su baile siempre me hace reír y Danilo, que desde un rincón, nos mira como si todos estuviéramos locos. Entonces no pienso. Te juro que no pienso, porque tengo la suerte de estar lejos, de mantenerlos vivos, de que estén intactos, allí, donde los dejé.
                                                                            © Andrea Vinci
                                                                                     2003




6 comentarios:

Inmaculada Reina dijo...

Andrea, me encantó...es ¡tan melancólica! Me hizo dar un suspiro profundo. Tú también estarás en "mi fiesta".

Isabel Merino González dijo...

Y en la mía. A mí tb me llegó esa melancolía, la comparto.

Loli Pérez dijo...

Estar lejos y cerca a la vez, recordar los buenos momentos...

Abrazos grandes y fuertes

Lail@ dijo...

Ay primita mia, como me hiciste emocionar...que ganas de volver a esos tiempos...de estar nuevamente en ¨tu fiesta¨...nuestra fiesta!!...la fiesta de aquella familia completa y feliz que alguna vez fuimos!!

Pedro Rojano dijo...

Muy bonita Andrea, a pesar de que, como sabes, no soy muy amigo de esa palabra...

miguel dijo...

bueno, como seguramente nos tocará la loteria, podremos organizar una nueva fiesta con las campanadas del 2012. toda la familia al completo, los de antes y los de ahora, ve pensando dónde, mexico, buenos aires, málaga... o porqué no, san sebastian.