Veo una maleta vacía
y por llenar, un mapa desplegado y mi dedo que señala, al azar, un río
interminable por recorrer. Y la certeza de que olvidaré la puerta que se
cierra. Como una luz, más allá, están las flores que inundan los campos, las
montañas por trepar, los cielos por volar. Las rejas no tienen llave ni
candado. Las despedidas son como un puente. Del otro lado el desconocido, el
extraño, y la voz que todo lo puede y que empuja. La maleta se llena. El plano
se pliega. Los hemisferios cambian de lugar. Dónde está lo que debe estar.
Dónde se encuentra. Tal vez sólo se trate de escapar de la sombra permanente,
del fantasma adosado a mi costado. Tal vez sólo se trate de escapar de la
mentira que todo lo abarca, del aburrimiento que produce somnolencia. Tal vez
escapar, o caminar por la playa, o meterme en el mar, o enamorarme de un
gigante, o sucumbir a la fiebre, o pararme frente a un cuadro y llorar, y
llorar, y llorar por no estar pintada en el paisaje, por no encontrarlo. Quién
tiene la culpa del camino bifurcado: Sólo la espera, en el medio.
© Andrea Vinci
3 comentarios:
Emocionante, Andrea...
Guau... me dejas sin palabras
Gracias amiguitas
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