No
soy un oso panda, soy un manantial.
No
soy un sauce llorón, soy un manantial.
No
soy una bandera comunista, ni Siddhartha Gautama, ni la ley de Heisenberg.
No
soy El Grito de Munch, ni una pelusa bajo la cama, ni la Fontana di Trevi.
Soy
un manantial.
No
soy un puente sobre una autopista, ni la marsellesa, ni un hipocampo.
Ni
campana en Notre Dame, ni sombrero Panamá, ni pluma blanca flotando en el
espacio.
No
soy Madame Curie, ni vértebra en la espalda, ni un agujero negro.
Ni la torre
de Pisa, ni la nariz de Cyrano, ni un tulipán azul.
Tampoco
soy el color fucsia, ni El beso de la mujer araña, ni un ángulo recto.
Soy
sólo un manantial, y
es lo que esperan de mí:
candidez
y transparencia,
volatilidad
y frescura,
constancia
y docilidad.
Esperan
que nunca muera,
que
me encamine y
no pierda la fuerza,
que
me escape por las manos y me deje embotellar,
que
brame por las mañanas y susurre por las noches,
y que
me transforme en hielo.
A
veces quiero esconderme,
hacerme
luz, convertirme en viaje,
pero
soy un borbollón de mil palabras,
suspiro
de memoria,
sinfonía
desafinada,
intempestiva
y voraz.
Me
gustaría ensuciarme,
volverme
de color negro o esconderme tras la espuma,
perder
la vitalidad y ser apenas un hilo,
imperceptible,
vaporizable,
fugaz.
© Andrea Vinci
4 comentarios:
ERes un manantial...
Hermosísimo poema, amiga manantial!
Gracias a ambas, pero el manantial es un personaje, este es un ejercicio que tuve que escribir para uno de los talleres
Andrea, cada uno imagina los personajes como quiere...jejeje.Y tú eres un manantial.Al menos ese manantial.
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