Ya era de noche. Dejábamos atrás el North Rim,
desértico, rojizo, sin nada que envidiarle al Cerro de los Siete Colores, y la
presa Glen y el Navajo Bridge y el río Colorado y todo lo que quedó sin ver, Para
el próximo viaje, dice él, Para el próximo viaje, mascullo yo. Él quiso una
foto en cada curva y yo estoy hartita de tanta foto. Pará qué, si uno las mira sólo
un par de veces. Repetila, exige, buf, buf, buf, salgo del coche, miro el
reloj. Los móviles no sirven. El blackberry está muerto. No hay manera de
avisar que llegaremos tarde. Habría que llamar, como en España. No, dice él,
dormimos en el coche. Y uno no contesta, sólo viene a la cabeza la cifra de lo
que ya está pago: 275 dólares, Sí, dormimos en el coche... Vas a un hotel en
medio de la ruta, a un hotel con nombre: Mexican Hat, pero sin milla exacta, un
hotel con una sola referencia: frente a la Shell, dice la reserva. Mucho antes
de Kayenta la camioneta sólo anda con un cuarto de tanque. Ya es de noche. Encontramos
una gasolinera, pero no hay gente. Él mete la tarjeta, pero la gasolina no
sale. Y putea, y maldice, y teme que se cargue en la tarjeta la gasolina que no
tuvo. Seguimos camino. Falta poco para Kayenta, dicen los carteles. En el cruce
ves el anuncio con la flecha: Monument Valley y Mexican Hat a la izquierda. Respirás,
pero todo es muy raro. Mexican Hat no aparece en google map. Qué es Mexican
Hat. Es el nombre de mi hotel, hasta ahora, solamente, era el nombre de mi
hotel, pero ahora es un lugar. Eso te tranquiliza. Eso, y la gasolina que fluye
y se puede pagar. Él tiene hambre. Yo también, pero en Kayenta sólo hay Mc
Donald y lo pasamos de largo. La ruta es muy oscura y muy recta. No se ve nada,
no hay casi coches. Cuánto falta para Mexican Hat. Mirás su perfil y atinás a preguntarle:
Estás cansado. No, para nada. A vos ir de acompañante te adormece, y esa recta,
y esa oscuridad que se convierte en túnel. Los ojos se te cierran. Te vas
poniendo bizca, pero mirás el reloj y caés en la cuenta: ¿Nos dejarán entrar? ¿Habrán
guardado la reserva? ¿Dónde está Mexican Hat? Maldecís en silencio. Por adentro
va el volcán. A él no le importa llegar tarde. Él duerme en el coche, dice. No
veo los mojones. No sé por dónde vamos. No sabemos qué hay alrededor. No hay
luces, no hay referencias, no hay carteles. Él mira el cuenta millas y afirma:
Tenemos que estar cerca. Y vemos unas luces a lo lejos. Yo me entusiasmo, respiro
hondo y pienso ¡Por fin!, con este cansancio, con esta incertidumbre, con tanta
hambre, pero pronto me doy cuenta de que no puede ser, de que las luces están hacia
adentro, de que la carretera está vacía, y él te dice: Teníamos que haber llegado.
Dónde está Mexican Hat. Cuánto falta para Mexican Hat. Si en unos kilómetros no
aparece pegamos la vuelta y preguntamos. Preguntamos a quién, en esas casuchas de
navajos que dejamos atrás. Pero no decís nada, para qué, no es bueno pelear por
las noches y menos cuando él conduce. Antes de una curva, un cartel anuncia:
Navajo Nation, y más allá otro, frente a las luces del primer hotel en millas,
nos da la bienvenida: MEXICAN HAT. Y cruzamos el San Juan, y miramos con
ansiedad, y hay luces, y hay hoteles, y buscamos y divisamos a lo lejos el
amarillo de la Shell. Aparcamos en la puerta. Un señor con sombrero de cow boy
nos espera. Two nights, nos dice. Y yo suspiro, y todo es el far west: la casa
de madera donde dormiremos, la gente jugando al billar, las fotos de John
Wayne, el patio donde preparan barbacoa. Nos zampamos un chuletón con papas
fritas. Dormimos como ángeles. Con la luz del día descubrimos el paisaje. A menos
de una milla unas piedras nos llaman la atención. Eso, eso, grito yo acalorada,
¡Eso es Mexican Hat!
8 comentarios:
Muy intrigante la crónica Andrea. Nos quedamos con ganas de más.
Sí, así fue: intrigante.
No es una crónica, es un relato de suspense...jajajaj( con personajes cansados y malhumorados que cambian con la tripa llena y la luz del día) Muy buena!!!
Emocionante, Andrea! Estoy con Inma, es un cuento de suspense. Personajes y lugar que da para historias. Me alegro que dieran con el lugar, XDXD!
abrazos
Más que con la tripa llena, con la certeza de que el lugar estaba allí y nuestra reserva, claro.
Andrea, yo también me he quedado con ganas de más. Sigue, sigue, voy a acomodarme a esperar. Se está tan bien por aquí...
Gracias Isa, tengo pendiente la crónica de Las Vegas, a ver si me pongo... pero para NUESTRO blog
Wow, pleno desierto, tal como está descrito en las películas. Yo quiero ir, ¡te envidio mucho!!
Por cierto, tu relato es muy bueno, made in Andrea.
Besos
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