Malcom Lowry pasó por Cuernavaca.
Estuvo un par de veces.
La primera en el Hotel Casino de la Selva, que tenía
manantiales, jardines y murales. Hoy es un espantoso hipermercado.
La segunda estuvo en una casa.
Hoy es un Hotel: «Bajo el volcán», como su libro.
No tiene murales, pero está junto al río, que encajonado
en el barranco, sigue cantado y deslizándose entre matas de helechos,
lianas y
árboles gigantes.
Yo dormí al son de ese arrullo.
Él pasó por La estrella para saciar su alma de
alcohólico empedernido, cuando aún el cartel de la entrada se respetaba a
rajatabla.
Yo me tomé un tequila.
Sentada en un
taburete junto al mostrador, frente al dueño, que repartía sus orejas entre la
telenovela y nuestros comentarios,
lamenté que no tuviera mezcal.
La Estrella es paredes con moho, fotos de chica
desnuda y de marcas de cerveza, un puñado de botellas medio llenas y un improvisado
alambre sostenedor de vasos.
Al fondo, sobre esa pared desconchada y albiceleste,
la mirada de Malcom te da la bienvenida.
4 comentarios:
El hotel bajo el volcán debe ser un lugar acogedor, me recuerda un poco en esas fotos al de Las Piedras en Cabra.
La taberna da la impresión que ha cambiado poco en los años, muy rústica.
Lugares impregnados de historia, sin duda.
Abrazos
Sí, la taberna es MUY cutre y seguro que sigue igual
Y pensar que el filósofo Manuel Kant solo salió una vez de su pequeña ciudad natal, y dicen que fue por obligación.
Yo, que estoy a años luz del genio filosófico de Kant y que empero he viajado mucho más que él, tampoco he viajado tanto; así que admiro en lo profundo a las personas de espíritu viajero.
Saludos. Pasaba por tu blog...
Son parajes, casas antiguas y bodegones, ríos y cascadas. Recuerdos... Todos tenemos recuerdos en un rincón del alma, como la canción. Felicidades, es muy hermoso. Beso.
Salud
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