Camino
por Málaga, siento que nunca me he ido. Casi todo está igual, sólo la apertura
del Centro de Interpretación del Teatro Romano llama mi atención. Eso, y la
cara minimalista del Pimpi.
El Pimpi desde Alcazabilla
La melancolía me invade. Camino sola. Paso por el
cine Albéniz. Miro la cartelera y pienso: «No es mala idea ir al cine», como si
necesitara llenar mi tiempo. Atravieso el mercadillo del puerto. Vengo de la
ciudad de los mercados. Aunque los productos sean otros, el acto de comprar es
el mismo, y nada me sorprende. El oído se siente extraño, desacostumbrado a las
voces, a la contundencia de la emisión del sonido. Diez minutos después me
escucho hablando en andaluz. El chiringuito de la Malagueta, nuestro
chiringuito, como decía Miguel, ha sido remozado. Pido Cruzcampo y boquerones
en vinagre. Los sentidos se sienten felices. A la ensaladilla rusa le falta sal.
La de pimientos está estupenda. PI-MIEN-TOS. No tener que decirle al camarero
«Que no pique» es un logro, y que no te arranquen los platos de la mesa, otro.
Escucho todo lo que hablan los vecinos. Imposible no hacerlo. Esto es España.
Esto es Málaga. Piden espetos y me juro que mañana volveré. Una ínfima mosca se
ha colado en mi cerveza. Dentro de todo lo familiar, todo es extraño: el
Mediterráneo y mi melancolía. Tengo una sensación rara, como de ver todo desde
atrás del cristal de una luneta de buceo, o como si fuese un pez en una pecera.
Como si estuviera y no estuviera. Casi como una película o un fantasma. Cruzan
frente a mí una bandada de cotorras argentinas. Unos niños juegan con trompos,
como fuera del tiempo. Otro vende vigilantes con dulce de leche. Y yo estoy
como en un sueño, con los límites imprecisos.
Andrea
Vinci
10/11/2013
4 comentarios:
Andrea, haces que paseemos contigo a través de tus palabras. Vuelve pronto otra vez.
Abrazos enormes
Gracias Loli
Muy bien descrita la sensación de ausencia presencial. Me ha recordado a cuando yo visitaba Sevilla, una vez que me había instalado en Málaga. Espero que no hayas tenido esa sensación con nosotros... un beso
No amigo, no la tuve, y espero no tenerla jamás.
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