A veces uno no tiene que subirse a un avión, aunque no se trate de una decisión propia.
A veces te desplazan de un día para otro y uno hace extrañas elucubraciones, y regresa a su casa y piensa que al día siguiente se encontrará en las noticias con un avión estrellado y una suerte rara, y con ángeles guardianes a los pies de la cama.
Pero nada de eso ocurre, y uno vuelve para subirse al vuelo al que debía haber subido el día anterior, a la misma hora. Pero el vuelo de ese día sale con más de seis horas de retraso, en la mitad de la noche, a las cinco de la madrugada.
Por los pasillos helados alguna azafata, con casquillo rojo, arastra su maleta.
Los negocios van cerrando, escalonadamente, sus persianas.
Por los altavoces reclaman a algún chino perdido cuyo nombre no han sabido descifrar.
Somos varios esperando y hablamos el mismo idioma.
Sobre los asientos hay quien recuesta su cuerpo y usa su bolso de almohada.
El baño se visita a menudo, sólo por caminar.
Y uno brama por un café caliente, que no sea esa agua sucia del 7 eleven.
Y camina por los pasillos para no dormirse y mira de reojo, una y otra vez, el casillero vacío del vuelo al que aún no han asignado puerta.
Uso al voucher de la cena por puro aburrimiento.
Algunos en bermudas y chanclas llegaron de la playa, confundidos, y esperan tu mismo vuelo, ateridos, espectantes.
Me siento acompañada por ese libro corto, liviano, manejable, y cuento las horas con los dedos. Llevo ocho dando vueltas.
Entrecierro los ojos y deseo ese asiento duro e incómodo de la clase turista. Estar por fin allí, sentada, con el cinturón abrochado, durmiendo.
4 comentarios:
Cuando me pasan cosas de este tipo (nunca tan de este tipo, debo confesar), una vez sobrepasado el cansancio, el aburrimiento, la rabia...comienzo a sentir que la realidad me está ofreciendo una oportunidad única de mirarla de otra manera: un aeropuerto casi vacío, una cierta familiaridad con gente que no conozco, la posibilidad de filosofar sin urgencia sobre la vida y sus circunstancias...Tus fotos y tus palabras me transmiten belleza, a pesar de todo.
Eso es bueno, Inma. Creo que se trata de eso: de buscar la belleza hasta en lugares donde uno la cree imposible
Estoy de acuerdo con Inma, una situación que puede resultar irreal, como suspendida en el tiempo, adquiere un extrañamiento y una cercanía gracias a tus palabras y tus fotos, por cierto el libro es el de García Marquez? historia de mis p. tristes? muy bueno.
abrazos, espero la segunda entrega
Vengo del blog de Soslayo y me ha encantado tu Rincón; por lo cual, si no te importa, me gustaría seguir tu Espacio lleno de belleza.
Abrazos.
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